Malnazido, el Orcoblin
Los Orcoblin son una extraña raza de pielesverdes creada por los Enanos del Caos, un cuerpo de orco al que le salía medio cuerpo de goblin por el pecho. Destinados en un principio a servir como mano de obra con múltiples habilidades, pronto fueron utilizados como parte de los ejércitos de Enanos del Caos, donde demostraron una gran efectividad.
Malnazido era un orcoblin que había trabajado durante un tiempo en los hornos de Zharr-Naggrund, el ataque de un enorme ejército Skavens lo sacó de su asfixiante labor para formar parte de los regimientos de sus congéneres, que habían sido sacados a latigazos para defender el feudo de sus señores. Fue una batalla muy sangrienta, ni siquiera cuando el ejército de los Enanos del caos venció él dejó de pelear; era un pielverde y amaba la guerra, se sentía furioso de que esos “taponez ozcuroz” lo tuvieran encerrado trabajando dia y noche, cuando lo mejor del mundo era matar, pisotear, destrozar... Convencido de que debía obtener su libertad gritó a sus hermanos que se enfrentaran contra sus antiguos amos. Quizá todos le hicieron caso, o quizá, simplemente, también ellos querían seguir peleando, el caso es que las peñas de orcoblin, que se encontraban en el flanco oeste de la hueste de Zharr-Naggrund, cargaron por sorpresa al centro de su anterior ejército, y en éste cundió el pánico, los hobgoblins que conformaban el grueso de la expedición, huían sin apenas presentar batalla mientras los regimientos de Enanos del Caos se encaraban con la nueva amenaza. Las armas de pólvora enanas segaron la vida de decenas de orcoblins antes de que estos trabaran un enconado combate cuerpo a cuerpo. Pero la suerte no estaba con los pielesverdes, eran menores en número y cuando los centauros se unieron a la lucha el ímpetu orcoblin se derrumbó. A partir de ese momento comenzó una caza sin cuartel, uno a uno los pielesverdes eran cazados o asesinados. Malnazido corrió desesperadamente a resguardarse en las cuevas cercanas al campo de batalla, otros lo siguieron. La noche se le hizo eterna, perdido en túneles subterráneos corría y corría, detrás de él podía oir de vez en cuando gritos agónicos de los que eran finalmente alcanzados.
El día le sorprendió cerca de una de las salidas al exterior, con todo tipo de precauciones salió a campo abierto. Por fin era libre, sus perseguidores seguro que se habrían cansado pues ya no se oía nada. Anduvo durante muchos días, no sabía que territorios atravesaba, en el claro de un bosque, mientras daba buena cuenta de un enorme jabalí, fue descubierto por un grupo de orcos, lo miraban realmente sorprendidos, los grandes brazos de orco batallaban con los flacuchos apéndices goblinoides por los bocados más exquisitos de la presa. Cuando Malnazido se percató del “público” que lo observaba, se puso en pie y agarró uno de los huesos medio roidos con sus enormes brazos, mientras su parte goblin tensaba un pequeño arco que había estado enganchado al cinturón. Gritó con fiereza, retó a aquél puñado de guerreros, pero estos no respondían, estaban muy confusos. Pero Malnazido había comenzaqdo a apreciar una buena pelea, y si el contrincante no la quería no era culpa suya, así que cargó. El orco más cercano cayó con un ojo atravesado por una pequeña flecha y la clavícula rota, a él se unirían un segundo y un tercero, el resto salieron corriendo en desbandada. Encogiéndose de hombros el orcoblin volvió a su comida. Por la tarde un nuevo grupo de orcos lo atacó, pero de nuevo tras un par de bajas huyeron. A Malnazido empezaba a parecerle gracioso todo eso, decidió pasar la noche en el lugar. Al alba del nuevo día los orcos volvieron a aparecer, pero esta vez eran un grupo muy numerosos, demasiado numeroso pensaba Malnazido, una gran multitud lo rodeaba, pero no se movían sólo lo observaban. Tras un rato una figura se destacó del resto, era el chamán de la tribu, le preguntó si era un enviado de Morko o quizá de Gorko, él trató de explicar de donde procedía, pero el chamán decidió que era un enviado de los dioses de los pielesverdes, y así fue como pasó a formar parte de la tribu Loz Dezorejaos. En poco tiempo obtuvo un alto rango entre su nueva “familia”, y pudo divertirse con las múltiples guerras que ésta realizaba contra las tribus rivales, pronto se oyó hablar del “enviado verde”. Malnazido sabía que había encontrado su sitio, su libertad, y que algo grande estaba reservado para él.
Los Orcoblin son una extraña raza de pielesverdes creada por los Enanos del Caos, un cuerpo de orco al que le salía medio cuerpo de goblin por el pecho. Destinados en un principio a servir como mano de obra con múltiples habilidades, pronto fueron utilizados como parte de los ejércitos de Enanos del Caos, donde demostraron una gran efectividad.
Malnazido era un orcoblin que había trabajado durante un tiempo en los hornos de Zharr-Naggrund, el ataque de un enorme ejército Skavens lo sacó de su asfixiante labor para formar parte de los regimientos de sus congéneres, que habían sido sacados a latigazos para defender el feudo de sus señores. Fue una batalla muy sangrienta, ni siquiera cuando el ejército de los Enanos del caos venció él dejó de pelear; era un pielverde y amaba la guerra, se sentía furioso de que esos “taponez ozcuroz” lo tuvieran encerrado trabajando dia y noche, cuando lo mejor del mundo era matar, pisotear, destrozar... Convencido de que debía obtener su libertad gritó a sus hermanos que se enfrentaran contra sus antiguos amos. Quizá todos le hicieron caso, o quizá, simplemente, también ellos querían seguir peleando, el caso es que las peñas de orcoblin, que se encontraban en el flanco oeste de la hueste de Zharr-Naggrund, cargaron por sorpresa al centro de su anterior ejército, y en éste cundió el pánico, los hobgoblins que conformaban el grueso de la expedición, huían sin apenas presentar batalla mientras los regimientos de Enanos del Caos se encaraban con la nueva amenaza. Las armas de pólvora enanas segaron la vida de decenas de orcoblins antes de que estos trabaran un enconado combate cuerpo a cuerpo. Pero la suerte no estaba con los pielesverdes, eran menores en número y cuando los centauros se unieron a la lucha el ímpetu orcoblin se derrumbó. A partir de ese momento comenzó una caza sin cuartel, uno a uno los pielesverdes eran cazados o asesinados. Malnazido corrió desesperadamente a resguardarse en las cuevas cercanas al campo de batalla, otros lo siguieron. La noche se le hizo eterna, perdido en túneles subterráneos corría y corría, detrás de él podía oir de vez en cuando gritos agónicos de los que eran finalmente alcanzados.
El día le sorprendió cerca de una de las salidas al exterior, con todo tipo de precauciones salió a campo abierto. Por fin era libre, sus perseguidores seguro que se habrían cansado pues ya no se oía nada. Anduvo durante muchos días, no sabía que territorios atravesaba, en el claro de un bosque, mientras daba buena cuenta de un enorme jabalí, fue descubierto por un grupo de orcos, lo miraban realmente sorprendidos, los grandes brazos de orco batallaban con los flacuchos apéndices goblinoides por los bocados más exquisitos de la presa. Cuando Malnazido se percató del “público” que lo observaba, se puso en pie y agarró uno de los huesos medio roidos con sus enormes brazos, mientras su parte goblin tensaba un pequeño arco que había estado enganchado al cinturón. Gritó con fiereza, retó a aquél puñado de guerreros, pero estos no respondían, estaban muy confusos. Pero Malnazido había comenzaqdo a apreciar una buena pelea, y si el contrincante no la quería no era culpa suya, así que cargó. El orco más cercano cayó con un ojo atravesado por una pequeña flecha y la clavícula rota, a él se unirían un segundo y un tercero, el resto salieron corriendo en desbandada. Encogiéndose de hombros el orcoblin volvió a su comida. Por la tarde un nuevo grupo de orcos lo atacó, pero de nuevo tras un par de bajas huyeron. A Malnazido empezaba a parecerle gracioso todo eso, decidió pasar la noche en el lugar. Al alba del nuevo día los orcos volvieron a aparecer, pero esta vez eran un grupo muy numerosos, demasiado numeroso pensaba Malnazido, una gran multitud lo rodeaba, pero no se movían sólo lo observaban. Tras un rato una figura se destacó del resto, era el chamán de la tribu, le preguntó si era un enviado de Morko o quizá de Gorko, él trató de explicar de donde procedía, pero el chamán decidió que era un enviado de los dioses de los pielesverdes, y así fue como pasó a formar parte de la tribu Loz Dezorejaos. En poco tiempo obtuvo un alto rango entre su nueva “familia”, y pudo divertirse con las múltiples guerras que ésta realizaba contra las tribus rivales, pronto se oyó hablar del “enviado verde”. Malnazido sabía que había encontrado su sitio, su libertad, y que algo grande estaba reservado para él.
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