viernes, 24 de julio de 2009

Las Aventuras de Dieter 04 [Relato Warhammer Fantasy]

LA DISTRACCIÓN (Dieter 04)
Había dormido mal, pensaba en todo lo ocurrido el día anterior y se decía que desde luego se había metido en un lío, no, lo habían metido.

Muy temprano, en la taberna, había llegado el enano, que le dijo que no se preocupara por sus obligaciones en el establecimiento, que él lo sustituiría mientras se realizaba la misión, también le comunicó el lugar donde le esperaba Morelly y que llevara los caballos. Tras lo cuál se acodó en el mostrador y empezó a dar buena cuenta de una pequeña hilera de jarras de espumosa cerveza.

Ahora se encontraba sobre el hemoso caballo negro de Erom, aquél al que cuidaba Lerama con mayor atención. Le rodeaba un grupo de guerreros a las órdenes del Capitán, la mayoría adornaba su cuerpo con numerosas cicatrices, ninguno tenía montura y miraban de reojo la suya. Se preguntó dónde estaría el otro caballo. Por la mañana al encontrarse con Morelly a las afueras de la ciudad, éste le dio el caballo prestado a un muchacho joven, al cuál, tras algunas órdenes le entregó un papel doblado. A partir de ahí habían ido llegando el resto de guerreros, y el mensajero y su montura habían desaparecido.




Sería media mañana cuando llegaron a un pequeño sotobosque, y el Capitán estaba manteniendo una reunión con sus lugartenientes. Miró de nuevo a aquél “cónclave”, allí estaban Morelly y el gigantón de piel oscura, junto a ellos había también otros tres personajes; uno parecía un típico guardia, algo incómodo ante la presencia del Capitán y los suyos. Los otros dos parecían poderosos guerreros, el de más edad portaba una espada enorme, cuyo uso debía requerir ambas manos. Parecían deseosos de entrar en acción, aunque el guardia tenía un rostro de inmensa preocupación.

Al rato el guardia se alejó en dirección a su gente, una pequeña tropa de guardias, estaban uniformados y vestían los colores de la librea de su señor, seguro que pertenecían al ejército del noble del lugar, se dijo Dieter. Pero hubo de desviar su atención ya que Morelly lo llamaba, así desmontó y con el caballo de la brida se dirigió al pequeño grupo del Capitán.

- Bien amigo Dieter, llegó la hora de actuar, te explicaré el asunto – mientras hablaba se mesaba la pequeña perilla que tenía en la barbilla – puesto que el caballo lo tienes tú, serás el señuelo; los Hombres Bestia deben esperar que algún mensajero trate de salir del pueblo para buscar ayuda, así que les daremos lo que esperan, así los distraeremos de la verdadera ruta que debe tomar nuestro mensajero. ¿Alguna vez has trabajado de mensajero?.

- No es la ilusión de mi vida Morelly.

- Ja, ja, ja, bueno, cuando traspases el perímetro que vigilan seguro que se te echan encima, tendrás que aguantar la primera acometida, y tranquilo que luego llegaremos nosotros, armaremos tanto ruido que toda criatura que esté por la zona sabrá de nuestra presencia. La liaremos bien muchacho – al Capitán le brillaban los ojos.

- No habrá problema en cargarme un buen puñado de esos indeseables pero, si hay tantos como seguro que hay... me parece que somos pocos.

- No creas muchacho, mis guerreros son los mejores que te puedes echar a la cara en estos tiempos, quizá no lleguen a ser cincuenta pero te aseguro que cada uno podría con cinco de esas bestias en la primera carga – decía Morelly con orgullo – además, contamos con la “inestimable” ayuda del sargento Sarto y sus lanceros, nos protegerán las espaldas – dijo en tono irónico.

- Muchacho, en total somos alrededor de setenta y siete hombres, quizá no ganemos pero les daremos trabajo – gruñó el guerrero de más edad.

- Ja, ja, ja, eso seguro Jubol, muchacho te presento a mis lugartenientes : Jubol y Kerenstiv.


Poco después se hallaba cabalgando sólo, no quería hacer galopar al corcél, sería mejor no ampliar demasiado la distancia entre él y los guerreros de Morelly. Echó una ojeada hacia atrás, todo aparecía desierto, aunque sabía que no muy lejos le seguían los hombres del Capitán. Volvió la vista al frente, el caballo estaba inquieto, era sorprendente el cambio que había sufrido, cuando tiraba del carro se mostraba manso, cierto que tiraba con fuerza de las correas pero obedecía las órdenes, ahora, sin embargo, parecía pavonearse sin el peso del carro a sus espaldas; pisaba con fuerza y a Dieter le era difícil mantener un galope pausado, parecía querer galopar a máxima velocidad. En un principio Dieter pensó que el animal olía o presentía el peligro y que trataba de huir, pero pronto se hizo evidente que si efectivamente olía el peligro no quería huir sino más bien acercarse a él. Las orejas del caballo no dejaban de buscar el más leve ruido. De repente, las orejas se quedaron quietas orientadas a la izquierda, el animal se paró y tensó sus músculos, un relincho furioso inició un galope desenfrenado hacia aquella dirección.

El jinete también habíase tensado, de detrás de unas rocas habían surgido varias figuras mitad cabra mitad humanas; ya no se preocupaba por retener al caballo, dejaba sueltas las riendas mientras desenfundaba el espadón de Erom y preparaba la maza. También él deseaba la lucha.
Al principio los Hombres Bestia se miraron confusos ante el decidido ataque de un solo humano, pero pronto reaccionaron.

El caballero cargó con furia, la maza golpeó por todos lados, cascadas de sangre salpicaban a corcél y jinete. El caballo golpeaba con sus cascos delanteros, mordía y relinchaba, espumarajos sanguinolentos chorreaban de su hocico.

Las bestias comenzaron a aparecer por todos lados, unas pequeñas y veloces, otras enormes portando terroríficas hachas o mayales,...

Tras El empuje inicial el guerrero se encontró rodeado, sólo su furia y destreza lo mantenían sobre su montura. En su mano derecha la maza describía círculos y arcos, en la izquierda la mortífera espada ancha árabe rejaba y cercenaba.
Dieter parecía preveer los golpes de cada enemigo, sonreía, se sentía poderoso, un centauro, pues no podía desdeñar el furor del animal sobre el que montaba, parecía una fuerza de la naturaleza desatada. Lejano le llegó el rumor de la carga de Morelly.


Una distracción, un descuido y el jinete fue desmontado por una criatura con una enorme bola con pinchos.

Desde lejos Morelly se había impresionado de la valentía y arrojo de aquél muchacho. Ciertamente parecía uno de esos caballeros que pasan a las leyendas. Sus propios hombres redoblaron su velocidad cuando vieron caer al joven Dieter, todos temían lo peor, y todos tenían una idea en mente. “ninguna criatura mancillará el cuerpo del joven guerrero”. Con un rugido la primera línea se estrelló contra las bestias.

Morelly se abría paso con espadazos de auténtico veterano, deseaba llegar al lugar donde había caído el muchacho, pero se hallaba tan lejos... de improviso vio surgir la cabeza de Dieter entre una marea de cuernos, ahogó una maldición, que pronto se tornó en carcajada al darse cuenta de que el muchacho estaba vivo golpeando con la espada ancha vigorosamente. “Increíble guerrero sin duda”, se dijo el Capitán.

Pronto quedó evidente la destreza superior de los guerreros humanos, estaban aniquilando a las bestias, pero a un alto precio...


Dieter esquivó un nuevo ataque, se agachó y lanzó un tajo al vientre de una bestia de cuernos retorcidos. Otro enemigo recibió un profundo corte en el costado. Un pinchazo en la espalda lo dejó paralizado, el golpe que lo había desmontado le dolía mucho, veía como lo debilitaba poco a poco, se le enturbiaba la visión, hubo de echar una rodilla a tierra y desde ahí pudo distinguir como una bestia se disponía a descargarle un hachazo en la cabeza. Haciendo un terrible esfuerzo agarró con firmeza la espada y desde donde estaba comenzó a describir con ella un arco en diagonal, mientras el roce de la hoja contra el pedregoso suelo hacía saltar chispas se puso de pie y, a mitad del arco, le cortó la cabeza a la criatura, para luego dejarse caer al suelo sin apenas fuerzas.

Nuevas criaturas lo rodeaban, una de ellas, una bestia algo más pequeña que otras de las que los rodeaban, se disponía a ensartarlo con su lanza. Dieter se irguió un poco con el codo y escupió a las pezuñas de la aberración, la retaba...
Cuando la bestia alzó el brazo armado con expresión rabiosa la hoja de una enorme espada la partió de arriba abajo, desde el cuello hasta el estómago.

- Arriba muchacho, así no se forjan los héroes, ja, ja – era el lugarteniente de Morelly, Jubol.

- Ja, ja... ay – a Dieter le era difícil reirse.

- Hala muchacho, no te preocupes, descansa si quieres, que aquí ninguna otra bestia pasará – le dijo Morelly mientras le guiña un ojo, le da la espalda y reaunuda la lucha.

Otros guerreros imitan a su jefe y se sitúan alrededor del joven caído luchando con mayores energías. Dieter incluso pudo distinguir la inmensa anatomía del guerrero de piel oscura.


El sargento Sarto observaba el extraño suceso, un círculo formado por los guerreros más poderosos que él había visto guardaba a un joven herido que trataba desesperadamente de levantarse para seguir luchando. Sus hombres y él no habían tenido que entrar en la lucha, sólo unas pocas criaturas huían hacia su posición, un sentimiento de vergüenza lo invadió, y sin pensar arremetió corriendo hacia el enconado combate. Sus lanceros se miraron indecisos pero pronto le siguieron con el grito de “¡Por Sigmar!” en los labios.

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