- ¡Vamos! ¡Vamos! - había que darse prisa. Corría como nunca lo había hecho, ni siquiera se había dado cuenta de que el chico ya no le seguía, iba demasiado rápido. Y, aún así, llegaba tarde, sabía que algo iba mal.
Al alcanzar la cima del repecho la escena se rebeló ante sus ojos. A lo lejos veía la carreta, a la mujer y a la niña abrazadas detrás de una de las ruedas; junto a la hoguera Erom se mantenía de pie, con una espada ancha en la mano, luchando contra un par de bestias que lanzaban rugidos que helaban la sangre.
Dieter se sorprendió de la destreza del comerciante árabe, en poco tiempo sus enemigos yacían a sus pies, pero ya se abalanzaban tres más y pronto los contrincantes rondarían la decena... Con un alarido corrió pendiente abajo. La sangre le hervía en las venas, su maza giraba en el aire,...
La primera bestia que le salió al paso recibió un mazazo en la sien y cayó fulminada. Pero en un momento se encontró rodeado, daba golpes de un lado a otro, machacando, destrozando, y aún así los enemigos no dejaban de atacar, ¿cómo podían ser tan estúpidas estas criaturas?. Muchas ya habían perecido o estaban gravemente heridas, y sin embargo, era como si estuvieran ciegas de ira, no sentían dolor ni cansancio.
Se desesperaba, sentía como poco a poco se le agotaban las fuerzas, miró en derredor y descubrió al árabe con un enorme tajo en el vientre, que miraba con ojos incrédulos como se le escapaba la vida como un río rojo. Ante esta visión se quedó como paralizado, aquél era un buen hombre, estaba en contra de guerrear y aún así había defendido con valentía a su familia... su familia!!, Erom era lo único que se interponía entre esas bestias y la carreta, donde se escondían la mujer y la niña, pero y ahora?, por un momento tuvo que desviar de su mente este pensamiento, un hacha había cortado el aire muy cerca de su nuca, se volvió para parar el segundo golpe. Ante él se erguía una bestia de poderosos músculos y ojos inyectados en sangre; de pelaje oscuro y con unos cuernos enormes que se retorcían en una forma extraña, portaba un hacha de hoja considerable y largo mango, además era la única bestia con protección en su cuerpo, una oxidada cota de malla. Se dijo que aquello debía ser el jefe del grupo y que si quería decidir la lucha a su favor habría de vencerle.
Dieter tomó la iniciativa, saltó a un lado y describió un arco con la maza. La bestia paró el golpe como si nada y le golpeó en la cara con el mango, una brecha se abrió en los labios del muchacho, pero se rehizo y golpeo al aire en zig-zag lo que obligó a la criatura a dar un paso atrás; eso esperaba Dieter, que se lanzó hacia delante en una arriesgada carga, la bestia mientras tanto elevó el hacha para golpear con fuerza, pero cuando descargó el golpe su objetivo no estaba a su vista. El muchacho, en su carga, se lanzó hacia el suelo, así el hacha pasó de largo, y él, en un momento, se encontraba flexionando las rodillas y describiendo con se arma una linea ascendente. Las púas de la maza desgarraron tiras de piel de la garganta del hombre bestia y se clavaron en la parte inferior de la mandíbula. Inmediatamente aquella criatura, dando torpes golpes con el hacha delante suyo, echó mano a la maza que se había incrustado bajo su boca. Mientras el muchacho observaba como retrocedía un grito de mujer atrajo su atención.
Kahleh sostenía con ambas manos la espada ancha de su padre y con un brillo de odio en los ojos se enfrentaba a una de las bestias. El grupo de criaturas se había quedado un poco confuso al ver la situación de su cabecilla, y la que se enfrentaba al chico estaba dudando entre atacarlo o esperar a que su jefe siguiera luchando. Dieter sabía que pronto se decidiría y atacaría, así que decidió tratar de salvar al chico; requirió su cuchillo y cargó hacia aquella criatura, apenas les separaba cinco o seis metros, así que tenía la esperanza de llegar a tiempo.
Pero no pudo llegar a tiempo, aunque Kahleh se salvó. La escena se había desarrollado lentamente a los ojos de Dieter: la esposa de Erom había sido más rápida y llegó a tiempo para apartar al chico del golpe de la aberración. En todo momento no dejaba de repetirse una palabra en la mente del muchacho: NO!!, NO!!... un no que se hacía cada vez más angustioso a media que el filo de un hacha bajaba vertiginosamente hacia el cuerpo de la mujer... “NO!!”, el hacha se hundía ferozmente en la carne... “NO!!”, rompiendo huesos y tendones... “NOOOO!!”, Dieter ya estaba junto a la criatura y enterró el cuchillo en el costado de ésta. El grito de la niña volvió a restaurar el espacio y el tiempo, la escena se volvió animada, Kahleh, tirado en el suelo, miraba como hipnotizado el cuerpo inerte de su madre, Dieter lo miró con lástima, y mientras la niña comenzaba a llorar sobre el cadáver ya dirigía su mirada de rabia al cabecilla de las aberraciones.
- No os mováis de aquí, he de cobrar una deuda - gruñó.
Una deuda de sangre, pensaba Dieter mientras se dirigía con paso lento hacia la bestia mayor. Ésta ya se había arrancado la maza y miraba con sorpresa su pelaje bañado en sangre, el humano se las pagaría, dio un potente rugido y señaló al muchacho con una de sus garras, sus esbirros entendieron la orden.
Dieter se agachó y agarró la espada del árabe justo a tiempo de parar el primer ataque, no quería perder más energías, aún estaba cansado, así que debía enfrentarse de nuevo al jefe cuanto antes. Mientras su espada abría un surco en la garganta de su primer enemigo ya se disponía a arremeter contra el segundo, giró sobre sí mismo y la criatura se llevó un enorme tajo en el vientre, luego bloqueo el ataque de una tercera, saltó a un lado y le clavó la hoja en la cabeza con un golpe seco. Sentía una rabia desenfrenada y le satisfacía cada golpe que arrancaba la vida de esos monstruos. El olor de la sangre le excitaba, hasta ahora no había participado en un combate como aquél, el sudor se mezclaba con el calor pegajoso de la sangre de sus enemigos, la hoja de la espada humeaba al entrar en contacto con el líquido rojo; era una locura, pero su mente se mantenía con una claridad sorprendente.
Dos nuevas criaturas le cerraban el paso, estas eran más grandes, y atacaban con fiereza. A Dieter le resultaba complicado bloquear la gran cantidad de ataques, paraba a derecha a izquierda, pero no podía mantener la guardia, en un momento dado una pezuña le golpeó en una pierna y se vio tirado en el suelo, giró eludiendo un hacha de hoja dentada, para rápidamente girar de nuevo evitando a la otra criatura, el segundo hacha se mantuvo hincada un momento en tierra, lo que aprovechó para rodar sobre la hoja, de manera que consiguió desarmar a la bestia, que se vio obligada a inclinarse hacia delante para no perder su arma, pero lo que consiguió fue quedar ensartada en la espada del muchacho, para poco después verse lanzada por los pies de éste hacia su compañero. De esa manera pudo volver a ponerse en pie, resoplaba pero aún le quedaban energías, se abalanzó hacia el cabecilla, pero otra aberración se interpuso, esta vez no podía permitir más desgaste así que cuando sus armas chocaron empujó a la bestia, la cuál se resistió y pudo agarrarle la muñeca del brazo armado, giró en redondo y la decapitó limpiamente. La sangre le salpicó toda la cara, se limpió con la manga y percibió un ruido a la espalda, se dejó caer, y de rodillas vio como el hacha dentada pasaba por donde había estado su cuello, estiró bruscamente los brazos agarrando con fuerza la espada y la clavó en la clavícula de la criatura, imprimió fuerza con el movimiento de levantarse y le desgarró el hombro.
Ahora ya tenía el camino libre, un par de bestias quedaban cerca pero no parecía que tuvieran intención de atacarle. Por fin estaba frente al cabecilla, este no parecía amilanado. De pronto le lanzó la maza, Dieter se agachó para esquivarla, pero cuando volvió a enderezarse recibió un fuerte empujón que le hizo trastabillar mientras intentaba desesperadamente bloquear el gran hacha que se batía una y otra vez sobre él. Pudo asentar los pies nuevamente y, tras parar un nuevo golpe echando hacia un lado el brazo armado de su oponente, lanzó un estoque al pecho de éste; pero este enemigo era muy superior a sus seguidores, con el otro brazo desvió la hoja, dejando pasar al muchacho en su envite. Dieter se dio cuenta de que por unos instantes iba a dar la espalda a su enemigo, así que siguió corriendo y saltó a un lado, así vio pasar a su enemigo, que como preveía lo había seguido para darle un golpe, pero ahora fue él el que lo golpeó, abriéndole un corte profundo en la espalda. La gran bestia se giró dolorida y rabiosa describiendo un arco con el hacha que por poco parte en dos al muchacho, se había apartado a tiempo, pero de nuevo la criatura embestía velozmente.
El choque fue brutal, pero Dieter notó que la bestia resollaba, sus movimientos eran algo más lentos, y como él se había visto obligada a dar un paso atrás. Casi tropieza con algo, allí estaba su maza, con un movimiento del pie consiguió elevarla a su mano izquierda, a tiempo de parar una vez más la embestida de su contrincante, esta vez se mantuvo en el sitio, con las dos armas que ahora poseía bloqueó eficazmente el enorme hacha, el animal entonces trató de lanzarle un puntapie, pero esta vez el muchacho empujó y la bestia perdió por un momento el equilibrio, lo que le dio un pequeño espacio de tiempo para dirigirle un golpe con su maza al rostro. La criatura debió de recordar las “caricias” del arma y puso el antebrazo para protegerse, y ahí se clavaron las púas con fuerza; el muchacho no perdió tiempo, con la espada consiguió hacerle perder el hacha, entonces la criatura le agarró del cuello con la garra del brazo donde se había clavado la maza, pero Dieter de un rápido movimiento lo cercenó.
La bestia herida saltó hacia atrás, estaba desarmada y le faltaba el brazo izquierdo pero no iba a darse por vencida, de nuevo embistió, y esta vez con los cuernos por delante, el muchacho agarrando con las dos manos la espada embistió a su vez; cuando se encontraron la hoja de la espada se clavó profundamente entre el hombro y el cuello de la bestia, pero debido al impulso el muchacho se vio despedido por los aires, había tenido suerte, la extraña forma de la cornamenta de la aberración había hecho que salvara de ser ensartado. Ambos quedaron arrodillados, la bestia se arrancó la espada y con el último estertor la lanzó hacia Dieter, pero una de las criaturas que habían permanecido al margen se interpuso en ese momento, había intentado clavarle una lanza al muchacho, cuando de pronto quedó en suspenso mientras había aparecido la punta de una espada justo en su barriga. Dieter sonrió, se le nublaba la vista, mientras veía como comenzaban a huir el resto de criaturas trató de fijar su atención en los dos chicos, se levantó trabajosamente y echó a andar con pasos inseguros.
A poca distancia del carro no pudo sostenerse en pie y se dejó caer al suelo, bocarriba. La pelea había acabado pero.. a qué precio?, los llantos de Lerama se iban apagando a medida que comprendía que sus padres no se levantarían más. Kahleh habíase quedado mudo desde el momento en que la sangre de su madre le había salpicado el rostro.
Dieter cerró los ojos por un momento. Sabía lo que debía hacer, no había podido salvar al matrimonio pero los enterraría se ocuparía de los niños hasta que estuvieran a salvo, a su mente llegaban los momentos vividos cuando murió su propia madre. Se sintió tan solo... Se levantó despacio y se acercó a la carreta, buscó herramientas adecuadas y se puso a cavar sin decir nada.
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