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VELTUR OLIOM, UN CUSTODIO DEL
TRIDENTE EN LOS GUARDIANES DE LA MUERTE
Pocos son los Tridentes que han
sido elegidos para pertenecer a los Guardianes de la Muerte, la hermandad de
Marines Espaciales adscrita al Ordo Xenos. Entre ellos el más recordado es
Veltur Oliom, un guerrero que ya había obtenido numerosas condecoraciones y
menciones por su arrojo y tenacidad en el campo de batalla.
Veltur fue reclutado en el
planeta Nusci, siendo de los primeros Tridentes no procedentes del Segmentum
Solar. Formó parte de la tercera generación de neófitos del capítulo, y desde
el principio destacó por su fuerza de voluntad. Superó las pruebas físicas sin
problemas, pero fueron las psíquicas las que lo elevaron por encima de sus
compañeros de promoción. De sangre mestiza, mezcla de la población colonizadora
reciente del Sistema de la Tríada y la población nativa de Nusci, la
investigación reveló que ésta última (población descendiente de la primera
colonización del planeta) podría haber generado individuos con cierto nivel
psíquico, un rasgo que la madre de Veltur, posiblemente una psíquica latente de
bajo nivel, pasó a su hijo. El Bibliotecario Jefe del capítulo concluyó, tras
un exhaustivo examen, que el sujeto no tendría poderes psíquicos reales, pero
sí una mente fuerte y difícil de corromper.
El período como neófito fue
corto. El capítulo estaba ya cerca de cumplir con el máximo de marines que
estipulaba el Codex Astartes, y por tanto estar a pleno rendimiento, como era
el deseo del Senescal Baldimer, primer Señor del Capítulo de los Custodios del Tridente. De ese modo los neófitos se veían obligados a forzar sus cuerpos y
sus mentes al máximo en cada batalla en que participaban, para así sumar
méritos y poder ser elegidos para ser ascendidos a Tridentes de pleno derecho.
Veltur lo logró en un período extremadamente corto, y fue asignado a la 4ª Compañía de Batalla, donde se convertiría en un importante pilar para sus
hermanos en las batallas que se sucedieron.
Fiel a su carácter firme, era
reacio a abandonar el campo de batalla antes de acabar con el enemigo, y casi
siempre era el último en retirarse si había que hacerlo. Cuando esto sucedía a
mitad de la retirada se giraba hacia el enemigo y gritaba con fuerza. Con el
tiempo su escuadra acabó imitando este gesto, pasando más tarde a ser una característica
propia de cualquier hermano de la Cuarta. Su fama creció en el capítulo un aciago
día en que su compañía, que actuaba de escolta en una expedición exploradora
fuera de las fronteras del Imperio, fue atacada por una fuerza de rebeldes que
trataron de asaltar las naves de la expedición. La nave en la que Veltur se
encontraba contaba con tan sólo dos escuadras tácticas de Marines, y cuando
sufrieron el abordaje pronto se dieron cuenta de que serían superados. Pasillo
a pasillo, sala por sala, los hermanos fueron retirándose poco a poco hasta la
sala de control, con la intención de ganar tiempo suficiente para que llegaran
a ayudarles. Cuando alcanzaron su objetivo apenas cuatro Tridentes seguían en
pie. Se apresuraron a entrar en la sala de control, pero no pudieron cerrar la
puerta con rapidez y tuvieron que emplearse a fondo para expulsar al enemigo de
la sala. Cuando lo consiguieron Veltur se dio cuenta de que sólo un hermano
herido permanecía con él, entonces, con un fuerte empujón lo metió de nuevo en
la sala y cerró la puerta, quedándose fuera con el enemigo. Dando la espalda al
Marine herido, que aporreaba la pequeña ventana de la puerta, arrojó el casco a
un lado y gritó con todas sus fuerzas hacia los rebeldes que lo rodeaban. La
lucha que siguió quedó grabada en la retina del Tridente encerrado y en las
cámaras de seguridad de la nave. Durante dos horas consiguió rechazar a todo
aquél que lo atacaba, hasta que una espada de hoja delgada superó su defensa y
le abrió un enorme tajo desde la ceja hasta el mentón en la parte izquierda del
rostro. Perdió la visión del ojo de ese lado y un continuo río de sangre empapó
su servoarmadura, pero siguió luchando denodadamente. La ayuda llegó cuando
estaba a punto de sucumbir al cansancio causado por la pérdida de sangre, había
aguantado casi dos horas más. Los apotecarios del capítulo lograron controlar
la hemorragia, y salvar su ojo izquierdo, pero el largo corte no cicatrizó como
se esperaba, dejándole una extraña cicatriz con forma de luna creciente y
bordes dentados.*
Por aquél acto de valor y sus
méritos pasados le fue concedido el gran honor de portar una sagrada armadura
de Exterminador, formando parte así de la Primera Compañía de los Custodios del
Tridente. Como guerrero de élite siguió demostrando su determinación en primera
línea de las batallas que siguieron. Poco antes de la muerte del Senescal
Baldimer (una etapa de transición que marcó un nuevo rumbo en el capítulo), la
visita de un inquisidor del Ordo Xenos supuso que a Veltur se le ofreciera la
oportunidad de formar parte de una misión contra un enemigo peligroso de todo
el sector. Sólo necesitó mirar a los ojos a los hermanos Marines que
acompañaban al inquisidor para aceptar de inmediato.
Aquella primera misión fue el
inicio de un largo período vistiendo la servoarmadura negra y los símbolos del
Ordo Xenos. Los Custodios del Tridente recibían periódicamente información
sobre los logros de Veltur, si bien estaba sesgada y parcialmente censurada. No
pasaría mucho tiempo en que otros Tridentes seguirían sus pasos para
ofrecer sus servicios a la Inquisición, pero ninguno lograría tantas
condecoraciones.
Veltur Oliom, veterano de la
Primera Compañía de los Custodios del Tridente, héroe laureado de la Cuarta
Compañía y fiel defensor de la Humanidad ante el enemigo xenos, perecería en
una castigada luna con un grito de furia en sus labios y una alfombra de muerte
a sus pies.
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*: Hay un relato de este suceso en el blog, que s epuede leer clicando aquí.
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