SOPHIE
Sophie llegó una primavera brillante. Recuerdo que mi mujer estaba tan nerviosa que no dejaba de apretarme el brazo mientras veíamos acercarse a aquella niñita de piel pálida y cabello muy oscuro que andaba rígidamente junto a la mujer trajeada de los servicios sociales. Sus ojos bailotearon cuando nos reconoció, pero no sonrió. Su preciosa sonrisa aún tardaría unos meses en confiar lo suficiente para robarme el corazón.