jueves, 6 de septiembre de 2012

Un Custodio del Tridente en los Guardianes de la Muerte

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VELTUR OLIOM, UN CUSTODIO DEL TRIDENTE EN LOS GUARDIANES DE LA MUERTE

Pocos son los Tridentes que han sido elegidos para pertenecer a los Guardianes de la Muerte, la hermandad de Marines Espaciales adscrita al Ordo Xenos. Entre ellos el más recordado es Veltur Oliom, un guerrero que ya había obtenido numerosas condecoraciones y menciones por su arrojo y tenacidad en el campo de batalla.

Veltur fue reclutado en el planeta Nusci, siendo de los primeros Tridentes no procedentes del Segmentum Solar. Formó parte de la tercera generación de neófitos del capítulo, y desde el principio destacó por su fuerza de voluntad. Superó las pruebas físicas sin problemas, pero fueron las psíquicas las que lo elevaron por encima de sus compañeros de promoción. De sangre mestiza, mezcla de la población colonizadora reciente del Sistema de la Tríada y la población nativa de Nusci, la investigación reveló que ésta última (población descendiente de la primera colonización del planeta) podría haber generado individuos con cierto nivel psíquico, un rasgo que la madre de Veltur, posiblemente una psíquica latente de bajo nivel, pasó a su hijo. El Bibliotecario Jefe del capítulo concluyó, tras un exhaustivo examen, que el sujeto no tendría poderes psíquicos reales, pero sí una mente fuerte y difícil de corromper.



El período como neófito fue corto. El capítulo estaba ya cerca de cumplir con el máximo de marines que estipulaba el Codex Astartes, y por tanto estar a pleno rendimiento, como era el deseo del Senescal Baldimer, primer Señor del Capítulo de los Custodios del Tridente. De ese modo los neófitos se veían obligados a forzar sus cuerpos y sus mentes al máximo en cada batalla en que participaban, para así sumar méritos y poder ser elegidos para ser ascendidos a Tridentes de pleno derecho. Veltur lo logró en un período extremadamente corto, y fue asignado a la 4ª Compañía de Batalla, donde se convertiría en un importante pilar para sus hermanos en las batallas que se sucedieron.

  
Fiel a su carácter firme, era reacio a abandonar el campo de batalla antes de acabar con el enemigo, y casi siempre era el último en retirarse si había que hacerlo. Cuando esto sucedía a mitad de la retirada se giraba hacia el enemigo y gritaba con fuerza. Con el tiempo su escuadra acabó imitando este gesto, pasando más tarde a ser una característica propia de cualquier hermano de la Cuarta. Su fama creció en el capítulo un aciago día en que su compañía, que actuaba de escolta en una expedición exploradora fuera de las fronteras del Imperio, fue atacada por una fuerza de rebeldes que trataron de asaltar las naves de la expedición. La nave en la que Veltur se encontraba contaba con tan sólo dos escuadras tácticas de Marines, y cuando sufrieron el abordaje pronto se dieron cuenta de que serían superados. Pasillo a pasillo, sala por sala, los hermanos fueron retirándose poco a poco hasta la sala de control, con la intención de ganar tiempo suficiente para que llegaran a ayudarles. Cuando alcanzaron su objetivo apenas cuatro Tridentes seguían en pie. Se apresuraron a entrar en la sala de control, pero no pudieron cerrar la puerta con rapidez y tuvieron que emplearse a fondo para expulsar al enemigo de la sala. Cuando lo consiguieron Veltur se dio cuenta de que sólo un hermano herido permanecía con él, entonces, con un fuerte empujón lo metió de nuevo en la sala y cerró la puerta, quedándose fuera con el enemigo. Dando la espalda al Marine herido, que aporreaba la pequeña ventana de la puerta, arrojó el casco a un lado y gritó con todas sus fuerzas hacia los rebeldes que lo rodeaban. La lucha que siguió quedó grabada en la retina del Tridente encerrado y en las cámaras de seguridad de la nave. Durante dos horas consiguió rechazar a todo aquél que lo atacaba, hasta que una espada de hoja delgada superó su defensa y le abrió un enorme tajo desde la ceja hasta el mentón en la parte izquierda del rostro. Perdió la visión del ojo de ese lado y un continuo río de sangre empapó su servoarmadura, pero siguió luchando denodadamente. La ayuda llegó cuando estaba a punto de sucumbir al cansancio causado por la pérdida de sangre, había aguantado casi dos horas más. Los apotecarios del capítulo lograron controlar la hemorragia, y salvar su ojo izquierdo, pero el largo corte no cicatrizó como se esperaba, dejándole una extraña cicatriz con forma de luna creciente y bordes dentados.*

Por aquél acto de valor y sus méritos pasados le fue concedido el gran honor de portar una sagrada armadura de Exterminador, formando parte así de la Primera Compañía de los Custodios del Tridente. Como guerrero de élite siguió demostrando su determinación en primera línea de las batallas que siguieron. Poco antes de la muerte del Senescal Baldimer (una etapa de transición que marcó un nuevo rumbo en el capítulo), la visita de un inquisidor del Ordo Xenos supuso que a Veltur se le ofreciera la oportunidad de formar parte de una misión contra un enemigo peligroso de todo el sector. Sólo necesitó mirar a los ojos a los hermanos Marines que acompañaban al inquisidor para aceptar de inmediato.

Aquella primera misión fue el inicio de un largo período vistiendo la servoarmadura negra y los símbolos del Ordo Xenos. Los Custodios del Tridente recibían periódicamente información sobre los logros de Veltur, si bien estaba sesgada y parcialmente censurada. No pasaría mucho tiempo en que otros Tridentes seguirían sus pasos para ofrecer sus servicios a la Inquisición, pero ninguno lograría tantas condecoraciones.

Veltur Oliom, veterano de la Primera Compañía de los Custodios del Tridente, héroe laureado de la Cuarta Compañía y fiel defensor de la Humanidad ante el enemigo xenos, perecería en una castigada luna con un grito de furia en sus labios y una alfombra de muerte a sus pies.

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*: Hay un relato de este suceso en el blog, que s epuede leer clicando aquí.

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