viernes, 13 de noviembre de 2015

El secreto del agua (Leyenda/Cuento)



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(El siguiente relato lo escribí para un concurso. Debía escribir un cuento infantil, para niños/as de hasta 10-12 años. El concurso fue en el foro ¡Ábrete libro!).
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EL SECRETO DEL AGUA

En noches sin luna los ancianos de la tribu cuentan historias de tiempos pasados alrededor de las danzantes llamas de la hoguera. Una de las leyendas más habituales es la de la desaparición de la lluvia.

En una ocasión la tierra estuvo tan seca que los animales, las plantas y los hombres vieron el fin de su existencia muy cerca. El agua del cielo no caía, las nubes hacía tiempo que habían desaparecido y todos los seres empezaban a morir de hambre y sed.

El jefe de la tribu encargó la misión de descubrir a dónde había ido el agua del cielo al chamán Lengua de Viento. Se decía que podía hablar con los espíritus del pasado y del presente, con los animales y las cosas, y que sus hechizos podían derrotar incluso el paso del tiempo.


Lengua de Viento recorrió los senderos del día y la noche para hablar con aquellos que podrían saber qué sucedía. Subió la montaña más alta y saludó al señor del cielo, el sol que insufla vida con su luz y calor a las criaturas grandes y pequeñas. Sentado sobre una roca entabló una larga charla con el fin de descubrir lo que pudiera saber sobre el agua desaparecida.

El sol es el Espíritu de Fuego, también llamado Brujo de Oro. Su poder es el más grande, pues con sus rayos dorados se nutren las plantas, los animales y los hombres. Con su luz se puede descubrir el verdadero color de las cosas y su calor enciende los corazones en llamas de valor y esperanza.

Al principio el gran Espíritu de Fuego no se comportó de modo amigable, un simple mortal no tenía derecho a preguntarle sobre los secretos de la vida. Sin embargo, poco a poco el chamán se fue ganando la amistad del sol, el Brujo de Oro, y este acabó por contarle que él también echaba mucho de menos el agua, pues las nubes eran grandes amigas suyas y le ayudaban a poder tener momentos de descanso que aprovechaba para abrazar a la luna.

Lengua de Viento quedó sorprendido al saber que el sol y la luna podían estar juntos cuando las nubes los escondían en los días nublados y de tormenta; casi nunca podían verse juntos en el cielo, pues uno era señor del día y la otra era señora de la noche. El Espíritu de Fuego le contó que en realidad en tiempos muy antiguos ambos tenían libertad para estar juntos, pero que cada vez que los seres de la tierra los veían así grandes calamidades sucedían, por eso decidieron que cada uno reinaría en momentos diferentes. Luz y oscuridad.

El sol y la luna pasaron tiempos tristes al no poder estar juntos como antes, pero entonces apareció el Espíritu del Agua y les ofreció una solución. Él podía tejer hilos de algodón gris en el cielo que podían ocultarlos, formando un manto de nubes tras el que ambos podrían abrazarse y ser felices. A cambio solo pedía reinar con ellos en el cielo, entre las brillantes estrellas, pues hasta ahora el agua solo nacía de debajo de la tierra.

Reinar en el cielo no era algo que se le ofreciera a cualquiera, el sol no estaba muy seguro de ceder parte del poder del cielo al Espíritu del Agua; la luna sin embargo, sí que estaba convencida de que era buena idea, pues así no solo ella y el sol podrían pasar momentos juntos si no que durante esos encuentros no tendrían que estar atentos a lo que pasara en la tierra, solo tendrían que estar pendientes el uno del otro. El sol, hechizado por los ojos de plata de su compañera cedió finalmente y así el Espíritu del Agua pudo remontarse al cielo y formar parte de los espíritus de poder.

Cuando el sol acabó su relato Lengua de Viento se dio cuenta que estaba triste. Ahora que el agua no estaba el Brujo de Oro no podía reunirse con la luna. El chamán, apenado, le preguntó si sabía dónde encontrar al Espíritu del Agua, pero el sol no lo sabía, si lo supiera él mismo trataría de hacerlo regresar para que tejiera de nuevo la cortina de nubes.

Lengua de Viento se despidió del señor del día y decidió que debía hablar con la señora de la noche. Bajó de la montaña y se dirigió al bosque, allí escaló el árbol más alto y esperó a que oscureciera. Cuando la noche se hizo presente pudo hablar con la luna.

La luna es el Espíritu de Plata, también llamada Hechicera Blanca. Suyo es el poder de influir sobre el sueño de los seres de la tierra, estuvieran despiertos o dormidos, pues podía entrar en sus mentes para darles imaginación, felicidad y amor. Si el sol daba vida, la luna mostraba a los seres qué hacer con esa vida.

Ella se mostró desde el principio muy simpática, le gustaba charlar pues pocos eran los que estaban despiertos de noche, y le encantaba encontrar a alguien que quisiera hablar con ella.

El chamán le preguntó por el Espíritu del Agua y entonces la señora de la noche se puso triste. Le contó la misma historia que el Espíritu de Fuego, de cómo habían aceptado que el Espíritu del Agua formara parte del cielo y de lo feliz que era cuando este utilizaba las nubes para esconderla a ella y al sol para que pudieran estar juntos. Sin embargo, le contó algo que el Brujo de Oro no sabía y que ella no había querido decirle. Ya conocía al Espíritu de Agua de antes, mucho antes de que este les diera la solución a su problema, cuando solo podía habitar la tierra.

Aunque nunca había hablado antes con el Espíritu del Agua lo había observado desde arriba, creando estanques y lagos donde trataba de reflejar fielmente la silueta de la Hechicera Blanca. Ella se había sentido halagada al ver su imagen en el espejo líquido, pues sin duda el Espíritu del Agua sabía crear una superficie que reflejara fielmente la realidad. Pero, ¿por qué no le había contado nada de aquello a su compañero el sol?, porque el reflejo de este no era tan nítido y cuidado como el de ella, lo que significaba que el Espíritu del Agua solo la quería a ella, y no al Espíritu de Fuego. Lo que ella temía era que ambos pudieran pelear entre sí por ella, así que cuando el Espíritu del Agua les ofreció el manto de nubes a cambio de reinar con ellos el cielo ella lo vio como una manera de que tanto el Espíritu del Fuego como el del Agua se conocieran mejor y acabaran siendo amigos.

Pero eso no sucedió, el sol cuando aparecían las nubes solo quería estar con la luna, así que casi nunca hablaba con el Espíritu del Agua. La Hechicera Blanca no podía hacer nada, pues ella también prefería pasar el tiempo son su compañero, el Brujo de Oro.

Cuando acabó su relato la luna derramó lágrimas de plata, quizá la desaparición del agua fuera culpa suya, por ser tan egoísta. Lengua de Viento trató de consolarla, no había hecho nada malo, el Espíritu del Agua también podría haber tratado de ser amigo del sol por sí mismo.

Sin embargo, cuando el chamán se despidió, bajó del árbol y se marchó del bosque la luna seguía llorando.

Lengua de Viento siguió buscando al Espíritu del Agua. Habló con todo aquel con quien se encontraba. Nadie parecía saber a dónde se había ido el agua. Hasta que se tropezó con un pequeño topo a la entrada de su madriguera.

--¿El agua?, nunca se ha ido, está en casa. ¿Dónde?, aquí, bajo tierra, en una gran caverna en lo más profundo de la roca--.

El chamán entusiasmado reemprendió su búsqueda bajando a los túneles y grutas subterráneas. No fue fácil dar con la caverna de la que había hablado el topito, pues estaba en lo más profundo de la tierra.

Cuando entró en la cueva se quedó boquiabierto, era enorme, sus paredes de roca estaban húmedas y brillaban con la luz que desprendían miles de insectos luminosos, el suelo estaba alfombrado de esponjoso musgo verde, salpicado aquí y allá de setas rojas y blancas. En el centro se encontraba un hermoso lago de aguas azuladas y serenas.

Se acercó despacio a la orilla y preguntó por el Espíritu del Agua. Al principio nadie le contestó, los insectos revolotearon a su alrededor y el eco de sus aleteos produjeron un curioso sonido de lejana tormenta. Entonces el chamán se inclinó y tocó con sus manos la superficie del lago. Al instante un ser de agua se elevó del centro del estanque y se mostró muy enfadado.

Lengua de Viento no se asustó, sabía que aquel era el Espíritu del Agua. Poco a poco este se tranquilizó y se sentó sobre una roca cerca del chamán. Le preguntó qué quería, por qué le molestaba en su casa. Sorprendido, el chamán le dijo que la tierra estaba seca, que los animales, las plantas y los hombres necesitan del agua para vivir.

El Espíritu del Agua bajó la cabeza avergonzado, sabía de lo necesario que era, pero estaba triste y quería estar solo. Lengua de Viento se enfadó, no podía creer aquello, si se mantenía escondido, si el agua no volvía a aparecer en la tierra, entonces sí que estaría solo, nadie sobreviviría. Al Espíritu del Agua no parecía importarle demasiado, dijo que tan solo le interesaba una cosa, la luna, pero a pesar de que llevaba mucho tiempo compartiendo el cielo con ella apenas había podido tener su atención. Cuando él creaba las nubes, el sol y la luna querían estar juntos, ellos dos solos, y él debía quedarse a un lado.

El chamán lo miró incrédulo, acaso no había otros momentos en los que poder estar con la luna. No, claro que no, cuando el agua estaba en el cielo era gracias a las nubes, y estando las nubes los Espíritus del Fuego y de la Plata preferían estar solos. Lengua de Viento seguía sin comprender, ¿por qué no hablaba con ella desde la tierra?, él mismo había charlado con la Hechicera Blanca subido tan solo a un árbol.

El Espíritu del Agua negó con la cabeza, le dijo que no le entendía, si hablaba con ella desde la tierra ella nunca lo vería como a un amigo de verdad, como a un compañero, tan solo como a un ser más de la tierra, sin el poder de los reyes del cielo. Lengua de Viento le dijo entonces que estaba equivocado, ¿acaso era necesario ser importante o tener poder para ser amigo de alguien?, no, tan solo había que hablar y la amistad surgiría sin más.

--La luna me dijo que ya te conocía antes de que subieras al cielo, que le gustaba que le regalaras su reflejo en los estanques y lagos--.

El espíritu del agua miró al chamán sin poder creerle. ¿La luna sabía de su existencia antes de subir al cielo?, ¿por qué no se lo había dicho? Porque descubrió que solo el reflejo de ella era perfecto y no el del sol, y tenía miedo de que si este lo descubría se enfadara.

Cuando Lengua de Viento habló del sol vio ira en los ojos del Espíritu del Agua y le preguntó por qué. Le respondió que el Espíritu del Fuego calentaba la tierra de tal manera que los lagos, ríos y estanques, perdían agua al absorberla la sedienta tierra. El chamán le dijo que eso qué tenía de malo, el agua la absorbía la tierra o se evaporaba pero no desaparecía, ¿acaso no regresaba al mismo sitio? El Espíritu del Agua nunca había pensado en aquello, y era cierto. Se dio cuenta que había odiado al sol sin que este le hubiera hecho nada malo, simplemente el agua era necesaria para vivir, como la luz y el calor del sol, por lo que en realidad debería ver a este como alguien parecido a él.

El Espíritu del Agua abrazó efusivamente a Lengua de Viento empapándolo de la cabeza a los pies, y le dio las gracias por hacerle ver la verdad. Luego se marchó, tenía mucho que hacer, muchos lagos y estanques que rellenar, muchos seres a los que ayudar con su sed, y dos señores del cielo a los que pedir perdón. Y así volvieron las nubes y la lluvia, los ríos embravecidos y los hermosos lagos de montaña.

Cuentan los ancianos que el Espíritu del Agua se convirtió en el mejor amigo del sol, y que ambos se pasan todo el día charlando sobre cómo lograr que la vida sea mucho mejor para los seres de la tierra. De noche, la luna, la Hechicera Blanca, conversa con el Espíritu del Agua allí donde su reflejo en estanques y lagos es menos nítido, convencidos ambos de que así mantienen una amistad verdadera.



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