lunes, 20 de diciembre de 2010

Harum ibn Rassim, asesino



Harum ibn Rassim

Ocupación: mercenario, asesino a sueldo.

Equipo: porta una cimitarra (espada curva de hoja no muy ancha), una daga larga y curva, y un puñado de cuchillos arrojadizos. Vestimenta: mantiene el estilo de su tierra natal, Arabia, con una diferencia, y es que ha cambiado la seda y el hilo por la lana. Camisa (blanca), justillo de cuero (negro), pantalones anchos por los muslos (morado muy oscuro), zapatos y cinturón de cuero, y capa (morada muy oscura). Además, suele llevar turbante (negro), de seda, que se enrosca al cuello en ocasiones.

Físico: de tez broncínea. De 1’74 metros de alto. Complexión elástica, fibrosa, pero sin una musculatura demasiado marcada. Cabello ensortijado y moreno, barba corta, igualmente negra. Ojos negros y pequeños. Nariz aguileña. Su cuerpo está surcado por gran cantidad de cicatrices.

Personalidad: abierto y charlatán; se queja por casi cualquier cosa. También cultiva un humor negro que no le granjea demasiadas amistades. Pero a la hora de pelear se mantiene silencioso y serio. A veces muestra otras facetas más desagradables: es ruin, artero y vengativo. Moral: el dinero es lo más importante en su vida. Así que por un buen puñado de monedas... mataría a su propio hermano. Igualmente no tiene problemas en robar, traicionar...etc. Al fin y al cabo lo importante es vivir, cuanto más tiempo y cómodamente mejor.


 
Trasfondo: Harum partió cuando era adolescente de su hogar, una de las principales poblaciones de Arabia. Su familia tenía parientes en el Imperio que comerciaban con productos exóticos con creciente éxito, quizá ese hecho decidió a su padre a abandonar la tierra natal con su familia, o quizá fuera por los rumores que decían que había seducido a una de las hijas de un alto consejero del Califa. En cualquier caso, asentarse en el Imperio no fue tan sencillo como pensaban, pasaron muchas vicisitudes y hambrunas, hasta que un incendio de grandes proporciones asoló el barrio donde tenían su vivienda. Harum fue de los pocos supervivientes, y viéndose sólo no tuvo otra alternativa que ganarse la vida de cualquier manera. En su deambular aprendió a valerse por sí mismo, llegando a hacer cosas que hubieran asqueado a su padre. Descubrió que su vida no valía nada, y que había mucha gente que le pagaría por arriesgarla despreocupadamente, sólo tenía que hacer alguna cosa: “coger prestado” un objeto, buscar tal artefacto, o ajustarle las cuentas a un “gallito”. No podía quejarse, su nueva vida mantenía su bolsa llena de oro. Pasaron unos cuantos años en los que podía considerarse de nuevo feliz.

Pero su destino no era ser un ladrón. Como por casualidad descubrió que el incendio fue provocado por una secta religiosa sigmarita, que creía que los no creyentes en Sigmar debían ser purificados en las llamas. Un inmenso odio anidó en su interior. A pesar de que sólo era un adolescente por aquél entonces ya había aprendido que si quería vengarse sólo había dos maneras de hacerlo: pagando a otros o bien haciéndolo uno mismo. Pasó casi un año reuniendo dinero suficiente como para comprar un par de buenos cuchillos y ganarse la confianza de un asesino del tres al cuarto que le enseñó un par de cosas sobre el oficio.

Cuando se creyó preparado acechó a un noble que estaba seguro pertenecía a la secta que había provocado el incendio. Se aprendió de memoria la rutina de aquél hombre, llegando incluso a penetrar en su casa al menos en dos ocasiones para cerciorarse de las posibles rutas de entrada y salida. Cuando llegó el día en el que había decidido actuar no pudo hacerlo. Se encontraba al lado del lecho de su víctima, mientras ésta roncaba sonoramente, y cuando dirigió el cuchillo a su garganta… detuvo su movimiento. Enfadado consigo mismo abandonó el lugar como había llegado, silenciosa y rápidamente. Cuando sus pies se posaron en el tejado de la casa algo le golpeó en el lado derecho del cuello, y perdió el conocimiento.

Despertó en un lugar extraño. A su lado un personaje embozado lo miraba con unos ojos fríos. Aquél hombre le ofreció otra oportunidad para matar. Le dijo que lo había estado observando y que le habían contratado para matarle, pero que no lo había hecho porque pensaba que Harum podía llegar a ser un buen asesino, sólo había que tratar de dejar a un lado los estúpidos remordimientos.

Harum aprendió mucho de aquél hombre, aunque no pasó mucho tiempo antes de que se diera cuenta que sólo pretendía utilizarle. No le importó, él también lo estaba utilizando en cierto modo. Aprendió a matar de muchas formas distintas y desarrolló un fuerte instinto teatral. Disfrazarse y hacerse pasar por otro le resultaba de lo más fácil. Cuando su “maestro” murió, descubrió que ya no le interesaba vengarse, o al menos no tenía ya prisa. Añoraba los años en que había tenido suficiente dinero para gastarlo en todos los caprichos que se le ocurrían. Ahora sabía hacer una cosa que sabía que se pagaría bien. Muy pronto encontró “clientes” dispuestos a darle un buen puñado de monedas por utilizar sus talentos. Pero también descubrió que un asesino debía cuidarse mucho de no hacerse notar, pues la gente podía repudiarle y las fuerzas del orden de la ciudad lo perseguían sin tregua. Fue así como se vio obligado a viajar por buena parte del Viejo Mundo, sin poder quedarse mucho tiempo en el mismo sitio. Su condición árabe también le hizo pasar por diversas situaciones desagradables, pero aprendió a vivir con ello. El asesinato era lo suyo, y raro era el lugar donde no hubiera trabajo para él.

Cuando se cansó de ir de un lado a otro decidió instalarse en Marienburgo, una de las ciudades más peligrosas y a la vez más ricas del Viejo Mundo. No era raro que cualquiera quisiera deshacerse de un competidor o “escalar” posiciones en su propia familia. Ganaba más oro del que podía soñar, pero lo derrochaba sin cesar, y sabía que pronto alguien se daría cuenta de lo que era. Marienburgo le gustaba, podía encontrarse cualquier cosa allí, así que decidió hacer lo posible por permanecer en la ciudad. Para ello se alió con un hombre de negocios de su misma tierra y se esforzó por hacer “amistades” para obtener cierta influencia. Y lo consiguió, aquél juego le dio algo nuevo que explotar, y Marienburgo se le quedó pequeña en tan sólo unos pocos años. De nuevo viajó, pero ahora en su personalidad de mercader, consiguiendo establecer una red de “conocidos” a lo largo y ancho del Viejo Mundo. Se inventó que dicho mercader tenía un familiar que podía hacer desaparecer a quien fuera un estorbo, consiguiendo así que lo aceptaran en sus dos facetas, sin que la gente se diera cuenta. Él era un mercader con contactos, los cuales podían ser… peligrosos si era necesario.

Un día le abordó un sirviente que le dijo que su señor deseaba hablarle. A duras penas consiguió dominar su sorpresa cuando fue llevado ante un grupo de nobles imperiales entre los que se encontraba el hombre al que años atrás no había tenido el valor de matar. Le pidieron que mediante sus contactos reuniese un grupo de mercenarios para contratarlos como parte de un ejército que debía tratar de detener el avance de un enorme ejército pielverde. Harum aceptó, y reunió un pequeño contingente mercenario, del que él mismo, como asesino, formaría parte. Nunca había estado en una batalla, pero aquella le dejó satisfecho. Le habían pagado bien, había disfrutado en la lucha y sin que nadie lo descubriera había degollado al bastardo al que una vez indultó.

Esa fue la primera batalla de las muchas en las que participaría y participará Harum ibn Rassim.

------------M----HA----HP----F-----R----H-----I----A----L
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Harum---11----5------5------4-----4-----2-----5---3----8

Puntos: 100

- Si quieres usar a Harum en tus partidas oficiales ocuparía una opción de héroe en un ejército imperial. En tus partidas no oficiales podrías incluirlo en cualquiera de estos ejércitos: Imperio, Estalia, Tilea, Sartosa, Reinos Fronterizos, Arabia y Kislev), y ocuparía una opción de héroe.

- Asesino mercenario: puede unirse a cualquier unidad básica de infanteria de tu ejército siempre y cuando en ésta no haya ningún otro personaje (Harum es un asesino a sueldo, el resto de personajes lo considerará inferior y se mostrarán recelosos de que pueda atentar contra sus vidas).

Reglas Especiales:

- Líder incapaz: La unidad en la que se encuentre no se beneficiará de su liderazgo, al fin y al cabo es un asesino, los soldados o guerreros que le rodean están contentos de que esté entre sus filas, pero temen su profesión, por tanto no confían en él.

- Solitario: cuando Harum se encuentra sólo (sin estar unido a ninguna unidad) su movimiento aumenta (ya reflejado en su M), pero además mantendrá dicho movimiento a pesar de que atraviese bosques, terreno difícil o deba trepar y sortear obstáculos.

- Asesino experto: nunca le ha faltado el trabajo como asesino, pues posee un instinto casi natural para matar. Harum puede repetir las tiradas para herir fallidas.

- Muerte a distancia: su habilidad para lanzar cuchillos es alta. En el turno de disparo de tu ejército Harum podrá disparar a un objetivo situado a no más de 10 cm, el disparo tendrá fuerza 4.

- Reflejos defensivos: Harum es un luchador nato, parece saber por dónde atacará su enemigo. A efectos de juego la miniatura que se encuentre en contacto peana con peana con la de Harum contará con un ataque menos durante los turnos en los que se enfrenten "cuerpo a cuerpo". Es decir la miniatura enemiga contará con un ataque menos sólo mientras esté en contacto peana con peana, en el momento en el que deje de estar en contacto el número de Ataques se restablece. De esta manera se refleja que Harum es capaz de esquivar al menos un ataque de su enemigo en cada turno.

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